Hola Narci! En realidad la motivación para cualquier tipo de actividad, depende mucho del tipo de grupo que tengamos delante. No obstante algunas fórmulas pueden ser:
- Establecer una ponderación para estas tareas, haciéndoles saber, tanto los criterios que vas a aseguir para valorarlas, como el peso real que va a tener en la evaluación de la misma. Esto se hace para evitar que ellos vean estas tareas como algo anecdótico y no como una actividad más a valorar y evaluar.
- Mostrarles que estas tareas tienen una verdadera utilidad, haciendoles reflexiionar sobre lo que supone trabajar en equipo, o analizar una situación, o establecer un criterio para elaborar una encuesta, interpretar una información...
- Hacer a las familias partícipes de este tipo de tareas,mostrándoles algunas de ellas, para qué se realizan y qué es lo que realmente se valora.
En cuanto al tema de los objetivos, no creo que haya por qué pasar de ninguno. Lo que sí es cierto que en determinadas áreas, como ésta, se presta demasiada atención a que retengan una serie de datos, para un momento concreto, teniendo perfectamente claro que esto es así, porque si lo ven ahora, aunque lo olviden, luego les será más fácil recordarlo.
Pero yo planteo un ejemplo: Si una persona se pasa la vida sin volver a ver los ríos de España..., ¿se acuerda mejor de los nombres de ellos por haberlos visto 20 veces cuando estaba en 2º de la E. S. O. que otra que los vio 10? Probablemente sí. Pero, ¿y si nunca los he visto y decido aprendérmelos todos una tarde a la edad de 45 años? ¿Estoy incapacitado para ello? ¿Me puedo aprender con más dificultad los nombres de los ríos de Argentina que los de España porque no los haya visto antes?
Los docentes de hoy, nos encontramos en una encrucijada extraña. Tal y como expresan grandes y conocidos pensadores como Richard Gerver o Roger Schank, nos enfrentamos a una generación de alumnos, que articulan y codifican de un modo distinto el aprendizaje a nosotros. Si nosotros nacimos en la era del pensamiento escrito, tratando de abarcar de forma estructural el mayor contenido posible en nuestros esquemas cognitivos, los niños de hoy han nacido en la era digital, por lo que la información que nosotros idolatrábamos en nuestra infancia, ha pasado a ser el más barato elemento de la formación del alumno actual. Este hecho, no por sabido genera menos distancia entre ambas generaciones. Pero la paradoja viene cuando somos nosotros, los “inmigrantes digitales”, los que debemos introducir en la dinámica del mundo real a estos “nativos digitales”. Como es habitual, no todas las migraciones se realizan de forma equilibrada. Debemos pasar de la retención de datos, a la búsqueda, selección, análisis, comprensión, exposición y reflexión crítica de estos datos.
Pero el interrogante estándar que todo docente se hace es: ¿Está esto implícito en lo que hago cada día? ¿Cómo puedo yo hacer que ese comportamiento salga a la luz?
Para contestar a la primera pregunta, voy a citar a Perrenoud, quien nos avisa de que el colegio
nos ha aportado los ingredientes de las competencias, pero sólo fueron competentes aquellos
que perduraron formándose después de la educación obligatoria, cuando tuvieron ocasión de
aplicar esos ingredientes. Es decir, que a cocinar se aprende cocinando. El hecho de guardar
los ingredientes en la nevera sólo implica la posibilidad de que un día despertemos y
cocinemos. Si dejamos esto en manos del destino, la labor de la escuela se acerca a la mínima
expresión desde la perspectiva del mundo cotidiano.
La segunda pregunta es la llave de educar en competencias. Si a cocinar se aprende cocinando,
no nos queda otra solución en la escuela que, por un lado, dar los ingredientes, y por otro
hacerles que cocinen y cocinen, teniendo claro que no todo lo que preparen desde el primer
día será comestible. El objetivo es acabar siendo competente…, al final del camino.
¿Cómo se materializa esto? Está extendido entre toda la comunidad educativa, que uno de los
contextos más interesantes para “cocinar” son las tareas. Permitiéndome la licencia de
delimitar su concepto, podríamos decir que una tarea es un conjunto de ejercicios y
actividades, que ofrece a su conclusión, un producto generalmente cercano a la realidad del
alumno. Por estas características, las posibilidades de evaluación de una tarea son infinitas,
pudiendo observar muchísimos comportamientos diferentes en cada una de esas actividades y
ejercicios, con la singularidad de verlos todos aplicados a un contexto. Todo esto aumenta la
relevancia y significatividad de lo que se aprende. Para que se me entienda,
contextualizaremos la confección de oraciones, en un periódico local hecho por alumnos.
Un abrazo, y muchísimas gracias por tu colaboración, tu dedicación y tu entusiasmo que tenemos como ejemplo en el colegio
¿Tienes claro como crear tareas?
Fecha 18.03.2011
Autor Alberto Navarro Elbal
Asunto cc bb
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